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domingo, 8 de septiembre de 2013

Venecia, Venecia, Venecia

    Hace poco, tuve lo oportunidad de pasar un fin de semana en la cuna del arte, la religión y los monumentos: Venecia. Admito que, pese a ser un culo inquieto, no he visitado demasiadas ciudades a lo largo de mi vida, pero esta increíble villa italiana se hizo un hueco enseguida entre mis favoritas.
    Hay tantas maravillas que contar y describir que aún no sé por dónde empezar; así que voy a dividir la entrada en cuatro apartados que corresponden a los detalles que más me llamaron la atención.
    1. El arte callejero:
  Nunca antes había visto tantos músicos, pintores e incluso escultores exhibiendo y realizando sus obras en plena calle, muchos de ellos sin fines económicos. Además de los típicos mendigos que cantan o tocan algún instrumento, había niños y mayores entonando melodías por todas partes, muchos rechazando el dinero que les daban los turistas. No hay avenida, calle o callejón en la que se pueda escapar de las notas musicales. ¡Venecia está inundada de música! También vimos muchísimos pintores que vendían sus cuadros de la ciudad (carísimos todos, por cierto) y otros que simplemente se sentaban en los escalones de alguna Iglesia e intentaban plasmar sobre papel la grandeza que tenían delante. Lo más interesante era ver los bocetos que hacían algunos turistas, pues la mayor parte no se parecían en nada. Era como estar observando la ciudad desde diferentes ángulos, cada uno bello a su manera. Los colores brillantes y las melodías alegres llenan Venecia de optimismo y hacen que visitarla sea mucho más ameno y entretenido.

    2. El agua:
  Y no precisamente la de beber; más bien me refiero a los canales que surcan la urbe y hacen que perderse sea más que facilísimo, pero a la vez le dan un encanto especial a la ciudad. Aparte de Brujas, en Bélgica, no hay muchas otras localidades en el mundo tan "llenas de agua" (como comentaban unos americanos que nos encontramos en el tétrico Puente de los Suspiros entre risas). Los canales, las islas, el Adriático y por supuesto los gondoleros, sobre todo los que van cantando el "O sole mio", hacen que Venecia se única y mucho más dinámica que otras ciudades europeas.



    3. Las máscaras:

  Como buena turista que soy, visité todos los tópicos; San Marcos, el Palacio Ducal, La Fenice... ¡y las tiendas de productos típicos! Mientras que en España lo que sueles encontrar en este tipo de establecimientos es comida en aceite y si tienes suerte delicioso chocolate (cuidado, que no me estoy quejando :D), en Venecia había preciosidades de cristal de Murano, disfraces y máscaras. Dudo mucho que quedara alguna máscara que no me probara yo, pero es que eran, bueno y son, porque me he comprado dos, tan elegantes, refinadas y... preciosas que no me pude resistir.
¡Os dejo una foto de mi favorita!



   4. La comida:

  Cómo no, hay que tener en cuenta que estamos hablando de Italia y es imposible hacerlo sin mencionar il gelati (por si acaso, los helados). Los había de incontables sabores, bastante más baratos que en España y mucho más ricos, aunque sigo prefiriendo los de Konstanz, Alemania, la verdad. Y la pasta, bueno, estaba buenísima, cierto, pero acostumbrada como estoy a ir al Gino's y a comer pizza o gnoccis todas las semanas tampoco me emocionó tanto. En fin, dejando aparte mis costumbres y preferencias solo hay algo que pueda decir sobre la comida en general: ¡Mamma Mia!


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