Bienvenido a mi día a día y a mi escondite. Aquí encontrarás historias, reflexiones y un poco de todo lo demás, salpicado con motas de alegría y supervivencia.

viernes, 6 de septiembre de 2013

La vida es bella... para algunos

   Aparte de ser el título de una de las mejor películas que jamás se han rodado, "La vida es bella" podría ser fácilmente el lema de la sociedad occidental. Durante los últimos cincuenta años, Estados Unidos y Europa han sido testigos de increíbles cambios económicos, culturales y sociales. Hemos pasado de aguantar larguísimas jornadas de trabajo, abusos, privación de los más mínimos derechos e incluso falta de acceso a la cultura y a la educación superior a tener prácticamente todo lo que queramos a nuestro alcance. Y precisamente porque ya disponemos de todo lo necesario, y gran parte de lo superfluo, nuestros deseos se concentran en detalles superficiales y frívolos. El problema es que no nos parecen superficiales ni frívolos; nos parecen necesarios. Gracias a la publicidad masiva, que nos bombardea vayamos a donde vayamos, empezamos a considerar como indispensables objetos o servicios tan superfluos como un iPad, un esteticista o un jersey de Abercrombie.
    Por supuesto, no quiero decir que los occidentales hayamos perdido definitivamente el Norte, pues hay incontables excepciones (gracias a Dios); pero si es cierto que gran parte de la población de esta tan privilegiada parte del mundo ha dejado de apreciar algo tan sencillo como poder comer todos los días, ir a la universidad o poder comprarse un capricho de vez en cuando. Queremos MÁS.
   Y por esta sencilla razón, en nuestra sociedad ya no hay simplemente un predominio del sector terciario: ahora se basa en el ocio. Los aparatos electrónicos están cada vez más pensados para divertirse en lugar de para trabajar, y las mayores empresas viven de la exagerada necesidad de comprar, comprar y comprar.
   Ahora yo pregunto ¿qué hay de malo en esto? ¿Vivimos mejor, por qué quejarse? Pues bien, es verdad, yo soy la primera que no quiere prescindir del estilo de vida al que ya algunas generaciones se han acostumbrado. Por la tanto, mientras no olvidemos todos los privilegios que tenemos, aprovechar la gran oferta de maravillosos productos es lo más lógico. Sin miramientos, ¿no?
    Sin embargo, ¿acaso todo el trabajo duro que se realizaba en los ya citados países hace algunas décadas ha desaparecido totalmente?, ¿ahora todos vivimos cómodamente, en una imitación mediocre al mítico sueño americano? Claro que no. En estos momentos, son muchos los países asiáticos y africanos, por no contar Sudamérica, en los que se realiza el "trabajo sucio", esa realidad de la que nadie quiere oír hablar. En estas regiones personas iguales a nosotros tienen que sobrevivir a abusivas jornadas de trabajo a cambio de míseros sueldos con el único objetivo de subsistir. Una situación muy parecida a la que se daba, por ejemplo, en Europa durante la revolución industrial.
    Si el mundo occidental ha conseguido zafarse de dictadores, explotadores y tiranos para vivir en una teóricamente armónica democracia, ¿Cuánto tardarán los países en desarrollo en hacer lo mismo? ¿Y cuando lo hagan, quién sufrirá en su lugar? ¿Habremos inventado para entonces máquinas preparadas para realizar solas el trabajo más duro? ¿Llevará eso a una crisis mundial con un paro masivo? ¿Está la humanidad condenada a autodestruirse?
    En mi opinión, si no se adoptan cambios antes de que los  habitantes de países "menos privilegiados" sean verdaderamente conscientes de la injusticia que se está cometiendo, nuestra forma de vida y todo lo que conocemos se hará añicos igual que una paloma de cristal al estamparse contra el suelo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario