Bienvenido a mi día a día y a mi escondite. Aquí encontrarás historias, reflexiones y un poco de todo lo demás, salpicado con motas de alegría y supervivencia.

domingo, 6 de abril de 2014

¿Y si no lo fuera?

       Una pálida luz azulada recorre la pared impoluta. Sube, baja, derecha, izquierda. Poco a poco, el que fue un pequeño círculo brillante cubre toda la estancia, ahora todo es azul. Cegados, tratan de entreabrir los ojos poco a poco, delicadamente; pero las lágrimas ni avisan ni tardan en fundirse con el foco que todo lo encubre. Entre gemidos, y llantos silenciosos, logran acercarse a la única puerta, sin pomo, sin color y sin salida a ningún sitio. Al otro lado solo hay vacío. Confusos, golpean el cemento de las paredes, el metal del blindaje y la madera casi podrida del que un día fue portón. 
    Veinte respiraciones más tarde, no les quedan fuerzas, ni tiempo para pensar. La luz ha dejado de ser clara para convertirse en intensidad y en pureza y en dolor. Nunca han intercambiado palabra, y ahora no tiene por qué ser una excepción, así que, sin más vacilación, deciden fundirse en el reflejo de lo etéreo, que les cubre de pies a cabeza y absorbe lentamente su libertad. Atados como están, miran a su alrededor, buscando cualquier destello que les indique esperanza o desilusión, alegría o tristeza. Ya no les importa el qué, solo quieren sentir algo, da igual lo que sea. Ahora mismo, todo es tan insolentemente frío que no existe mayor diferencia entre dentro y fuera que la invasiva claridad azul de la que ya forman parte. Lejos de malestar o rabia, solo notan prisa por fundirse por completo con este perverso ocaso atemporal.
     Sin embargo, todos sabemos que esto es imposible. ¿Cómo no íbamos a saberlo? Pobres ingenuos en la habitación azul, pobres desgraciados.
      

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